Tierra del Fuego tiene el triste privilegio, de tener entre sus actores políticos de gravitación, entre otros, al actual Senador (al momento del debate parlamentario era diputado nacional ), Jorge Garramuño, que admitió haber votado a favor (pese a no conocer el contenido del mismo aún con las implicancias que conllevaba en materia diplomática y judicial) del memorado de entendimiento con la República Islámica de Irán, a cambio de facilitar un adelanto de coparticipación federal para Tierra del Fuego.
La muerte del fiscal Alberto Nisman deja preguntas sin respuestas hasta tanto se retome la investigación. Preguntas sin respuestas que se hacen los fueguinos en estos aciagos días, en que no se puede saber la razón por la que un atentado que deja muertos y heridos, es una moneda de cambio para alguien como Jorge Garramuño que busca ser gobernador.
La búsqueda de la verdad y la obtención de justicia para las víctimas de actos terroristas que fueron, valga la redundancia, actos de terrorismo contra el pueblo argentino y su esencia, son bienes transables, intercambiables, monedas de cambio, que no motivaron la más mínima autocrítica sino que, encima de todo, provocó una admisión lisa y llana de parte de quien fuera intendente de Ushuaia. ¿Acaso Garramuño al jurar sobre la Constitución Nacional olvidó los tratados y las convenciones que sobre derechos humanos adquirieron rango constitucional? Si bien la DAIA en mayo de 2013 pidió que Garramuño denuncie quiénes le habían hecho el ofrecimiento para cambiar su voto a favor del memorando e incluso se radicó una denuncia que quedó a cargo del juzgado federal encabezado por Claudio Bonadío, calificó de recibir con estupor y condenaba el sin sentido que cometió, básicamente, el fueguino.
Vale recordar la relevancia del caso, pues se trató del segundo atentados en dos años. El primero, acaecido el 17 de noviembre de 1992, a las 14:42 hs, un atentado a la Embajada de Israel, sita en calles Arroyo y Suipacha de la Ciudad de Buenos Aires, asesina a 28 personas, dejando otras 242 heridas. El 18 de julio de 1994, a las 9:53 hs., una nueva explosión destruye el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), ubicado en la calle Pasteur 633 de la misma ciudad, dejando 85 muertos (67 en el edificio, 18 en los alrededores) y 300 heridos. Este último edificio también albergaba la Delegación de la Asociación Israelita Argentina (DAIA). Estos bárbaros hechos, que tuvieron como blanco a la comunidad judía argentina (la más grande de América después de la de Estados Unidos), no afectaron solamente a la comunidad judía. Afectó a la Argentina. Afectó el cosmopolitismo que caracteriza a nuestro país. Afecta la convivencia pacífica entre credos y el secularismo que en otros lados del mundo es una quimera.
Fuente Play24
